A los 37 años, con 306 goles sobre sus hombros, Martín Palermo se ha asegurado un lugar de privilegio en la historia del fútbol argentino. Una historia que se extendió por 19 años y que llegó a su final el pasado 18 de junio. Horas antes de ese último partido con la camiseta de Boca Juniors ante Gimnasia y Esgrima La Plata, el quinto goleador histórico en el profesionalismo de Argentina recibió a FIFA.com en el Hotel Madero para brindar su última entrevista como futbolista activo. Un repaso a sus mejores goles, las lesiones, el retiro y su futuro inminente como entrenador. Fiel a su estilo.
Martín, a horas de disputar su último partido como profesional, ¿podría distinguir el momento preciso en que comenzó a considerar la idea del retiro?
Ocurrió meses antes de la Copa Mundial, cuando empecé a ser convocado nuevamente por Diego (Maradona). Sentía que era lo último que me faltaba: retornar a la selección, ser capitán en los amistosos, jugar algún partido de eliminatorias. Después del Mundial, al no volver con la Copa, pensé en un año más para poder despedirme con la camiseta de Boca. Ahí empecé a prepararme con la psicóloga del club.
El fútbol no siempre ha aceptado el ingreso de la psicología en los planteles. ¿Cómo fue su experiencia?
Empecé cuando tuve la primera lesión seria, en 1999. Fue bueno para expresar cómo me sentía, los miedos que tenía antes de la vuelta. En 2000 suspendí porque me fui a jugar a España, pero retomé cuando regresé y me ha ayudado muchísimo. No soy de los que piensan que debe haber un psicólogo como parte misma del cuerpo técnico, pero sí creo que puede ayudar mucho al jugador en lo personal.
¿Y con la prensa? ¿Cómo se ha llevado en todos estos años?
Siempre traté de cumplir con todos, entendiendo que los periodistas trabajan y tienen sus necesidades. Es importante hablar para contarle a los hinchas las sensaciones que uno tiene, cómo se es fuera de la cancha. Pero bueno, siempre que no interfiera con el trabajo. Hablar de lunes a viernes cansa un poco y al final uno termina aburriendo con las mismas declaraciones.
Los medios han ido variando su opinión a lo largo de su carrera. ¿Cómo se manejan esos vaivenes desde lo mental?
Hay que ser fuerte. Algunos pueden decir “a mí no me afecta lo que digan”, pero es imposible. Nunca falta alguien que venga y te avise lo que dijo algún periodista. En lo personal no compro diarios ni revistas, a excepción de que me hayan hecho una nota y quiera guardarla en mi archivo. A los comienzos estaba pendiente de los puntajes, lo que se decía, pero ya no. Lo importante es distinguir qué críticas son constructivas y cuáles tienen ‘mala leche’.
¿Qué puede esconderse detrás de una crítica ‘mala leche’?
En el fútbol hay muchos celos y envidia. Algunos se creen que están por debajo de otros y esperan el momento para golpear. Pero pasa en todos los ámbitos: entre periodistas, entre jugadores, en vestuarios… siempre dije que uno tiene que ser transparente en todo sentido. A la larga, todo vuelve y el tiempo pone a cada uno en su lugar.
Le proponemos un ping pong de preguntas sobre su carrera. ¿Qué significaron los dos tantos contra el Real Madrid en la Copa Intercontinental de 2000?
Los dos goles más importantes que conseguí con la camiseta de Boca. Ese momento está entre los tres más importantes de mi carrera.
¿Los tres penales fallados contra Colombia en la Copa América 1999?
Un golpe duro que me sirvió para aprender a superar situaciones negativas. Duró mucho tiempo. En televisión los pasan cada dos por tres y me genera algo, no sé cómo explicarlo... Uno se pregunta “¿por qué tuvo que ser así?”, “¿por qué tuve que pasarla yo?”. Pero bueno, como esa podemos enumerar otras diez situaciones positivas que no se entiende por qué me tocaron a mí.
¿Hubiese pateado un cuarto penal esa noche?
No, no… ¡creo que no! No me hubiera ni acercado a la pelota. Bah, hoy digo eso…
Háblenos de la lesión sufrida en España, cuando se le cayó una tribuna de cemento sobre la pierna…
Fue terrible, me costó mucho la rehabilitación. Cuando me lesioné la rodilla en Boca tenía la contención de la gente y estaba mimado, acompañado. Allá no me trataron mal, pero no es lo mismo. Me lesioné cuando me estaba adaptando y después todo me costó el doble.
¿Y el gol agónico a Perú en las recientes eliminatorias?
Pelea el puesto con los goles al Real Madrid. Tenía 30 piernas adelante con lluvia, barro y viento. El estado de la pelota, el agua que caía por todos lados, nos estábamos quedado fuera del Mundial... Como hablaba sobre los penales con Colombia, esta es una de las situaciones que, por algún motivo, me tocaron a mí también. ¡La pelota me cayó justo al pie! Estaba parado y me vino a mí. Para los que dicen que mi carrera fue una película, esa jugada mecería un pequeño capítulo.
¿En qué lugar ponemos entonces el gol contra Grecia en Sudáfrica 2010?
Lo máximo en todo sentido. Con la selección, en un Mundial, a los 36 años y con 10 minutos en cancha. No podía pedir más.
Uno no puede dejar de pensar en Diego Milito, que estuvo 80 minutos en cancha esa noche y no tuvo situaciones…
Por eso digo que uno ha estado tocado por la varita en algunas situaciones, jugué sólo unos minutos ese día. Pero cuidado, que Diego ganó la Champions y fue el goleador, algo que a mí no me tocó. Creo que todos tenemos marcadas ciertas cosas que nos van a pasar en la vida y, si bien hay que buscarlas, están destinadas a pasar. Lo importante es no sentarse de brazos cruzados a esperar que ocurran.
Tuvo la suerte de ser compañero de Diego Maradona y de Lionel Messi. ¿Le hubiese gustado compartir equipo con algún otro jugador?
Con Ronaldo. Lo enfrenté en la Copa América y en un Villarreal-Real Madrid. Tengo una camiseta suya, lo admiro mucho por su calidad y todo lo que representa. Me hubiera gustado jugar adelante con él
Usó pelo largo, corto platinado, con flequillo teñido. A la distancia, ¿cuál le ha quedado mejor?
El de flequillo, más allá del furor que generó, mucho no me ayudaba. El platinado más o menos… creo que hoy por hoy con los claritos lo he acomodado bastante bien (risas). Al menos puedo llevarlo así unos años más. El platinado y el flequillo hubieran sido imposibles.
A su llegada a Boca, en 1997, le costó encontrarse con el gol. Si tuviera la chance de hablar hoy con aquel Martín Palermo, ¿qué le diría?
Que siga trabajando y esforzándose, que no se desespere. Un club como Boca puede llevar a volverte loco, pero si caes en la trampa te quedas en el camino. Le ha pasado a muchos jugadores con buen potencial que, con esta camiseta, no pudieron demostrar lo que valían.
En su despedida de la Bombonera le regalaron uno de los arcos. ¿Ya sabe que va a hacer con él?
Pensé en donárselo al museo del club, ¡pero es demasiado grande! Ya con el monumento que van a poner sería demasiado. Si es por comodidad, trataré de ponerlo en un complejo que tengo en La Plata. ¡Quizás hacemos un centro turístico con el arco de Palermo! (ríe)
¿Le sorprendió el regalo?
Totalmente, no tenía idea. Veía las grúas y no entendía qué hacían ahí, si me iban a levantar a mí o qué... No me lo esperaba. Pero me gusta la idea: el arco y la pelota fueron parte de mi vida.
Ya ha confirmado que lanzará su carrera como entrenador, ¿dirigiría algún otro equipo que no sea Boca Juniors?
Sí, claro. Menos a River y a Gimnasia, por una cuestión de respeto por mis principios y a la identificación que tengo con Boca y Estudiantes. Pero después, estoy abierto a dirigir otros equipos. Vamos a ver qué nos depara el futuro.
Por último, ¿qué mensaje le dejaría al fútbol en esta despedida?
Agradecimiento, por todo lo que me ha dado. Los jugadores siempre decimos que habría que tener una pelota de fútbol en nuestra mesita de luz para agradecerle siempre, cuando nos acostamos y cuando nos levantamos. Y creo que es así: uno vivió 15 o 20 años de la pelota. Le debo mucho y le estaré agradecido por siempre.
Martín, a horas de disputar su último partido como profesional, ¿podría distinguir el momento preciso en que comenzó a considerar la idea del retiro?
Ocurrió meses antes de la Copa Mundial, cuando empecé a ser convocado nuevamente por Diego (Maradona). Sentía que era lo último que me faltaba: retornar a la selección, ser capitán en los amistosos, jugar algún partido de eliminatorias. Después del Mundial, al no volver con la Copa, pensé en un año más para poder despedirme con la camiseta de Boca. Ahí empecé a prepararme con la psicóloga del club.
El fútbol no siempre ha aceptado el ingreso de la psicología en los planteles. ¿Cómo fue su experiencia?
Empecé cuando tuve la primera lesión seria, en 1999. Fue bueno para expresar cómo me sentía, los miedos que tenía antes de la vuelta. En 2000 suspendí porque me fui a jugar a España, pero retomé cuando regresé y me ha ayudado muchísimo. No soy de los que piensan que debe haber un psicólogo como parte misma del cuerpo técnico, pero sí creo que puede ayudar mucho al jugador en lo personal.
¿Y con la prensa? ¿Cómo se ha llevado en todos estos años?
Siempre traté de cumplir con todos, entendiendo que los periodistas trabajan y tienen sus necesidades. Es importante hablar para contarle a los hinchas las sensaciones que uno tiene, cómo se es fuera de la cancha. Pero bueno, siempre que no interfiera con el trabajo. Hablar de lunes a viernes cansa un poco y al final uno termina aburriendo con las mismas declaraciones.
Los medios han ido variando su opinión a lo largo de su carrera. ¿Cómo se manejan esos vaivenes desde lo mental?
Hay que ser fuerte. Algunos pueden decir “a mí no me afecta lo que digan”, pero es imposible. Nunca falta alguien que venga y te avise lo que dijo algún periodista. En lo personal no compro diarios ni revistas, a excepción de que me hayan hecho una nota y quiera guardarla en mi archivo. A los comienzos estaba pendiente de los puntajes, lo que se decía, pero ya no. Lo importante es distinguir qué críticas son constructivas y cuáles tienen ‘mala leche’.
¿Qué puede esconderse detrás de una crítica ‘mala leche’?
En el fútbol hay muchos celos y envidia. Algunos se creen que están por debajo de otros y esperan el momento para golpear. Pero pasa en todos los ámbitos: entre periodistas, entre jugadores, en vestuarios… siempre dije que uno tiene que ser transparente en todo sentido. A la larga, todo vuelve y el tiempo pone a cada uno en su lugar.
Le proponemos un ping pong de preguntas sobre su carrera. ¿Qué significaron los dos tantos contra el Real Madrid en la Copa Intercontinental de 2000?
Los dos goles más importantes que conseguí con la camiseta de Boca. Ese momento está entre los tres más importantes de mi carrera.
¿Los tres penales fallados contra Colombia en la Copa América 1999?
Un golpe duro que me sirvió para aprender a superar situaciones negativas. Duró mucho tiempo. En televisión los pasan cada dos por tres y me genera algo, no sé cómo explicarlo... Uno se pregunta “¿por qué tuvo que ser así?”, “¿por qué tuve que pasarla yo?”. Pero bueno, como esa podemos enumerar otras diez situaciones positivas que no se entiende por qué me tocaron a mí.
¿Hubiese pateado un cuarto penal esa noche?
No, no… ¡creo que no! No me hubiera ni acercado a la pelota. Bah, hoy digo eso…
Háblenos de la lesión sufrida en España, cuando se le cayó una tribuna de cemento sobre la pierna…
Fue terrible, me costó mucho la rehabilitación. Cuando me lesioné la rodilla en Boca tenía la contención de la gente y estaba mimado, acompañado. Allá no me trataron mal, pero no es lo mismo. Me lesioné cuando me estaba adaptando y después todo me costó el doble.
¿Y el gol agónico a Perú en las recientes eliminatorias?
Pelea el puesto con los goles al Real Madrid. Tenía 30 piernas adelante con lluvia, barro y viento. El estado de la pelota, el agua que caía por todos lados, nos estábamos quedado fuera del Mundial... Como hablaba sobre los penales con Colombia, esta es una de las situaciones que, por algún motivo, me tocaron a mí también. ¡La pelota me cayó justo al pie! Estaba parado y me vino a mí. Para los que dicen que mi carrera fue una película, esa jugada mecería un pequeño capítulo.
¿En qué lugar ponemos entonces el gol contra Grecia en Sudáfrica 2010?
Lo máximo en todo sentido. Con la selección, en un Mundial, a los 36 años y con 10 minutos en cancha. No podía pedir más.
Uno no puede dejar de pensar en Diego Milito, que estuvo 80 minutos en cancha esa noche y no tuvo situaciones…
Por eso digo que uno ha estado tocado por la varita en algunas situaciones, jugué sólo unos minutos ese día. Pero cuidado, que Diego ganó la Champions y fue el goleador, algo que a mí no me tocó. Creo que todos tenemos marcadas ciertas cosas que nos van a pasar en la vida y, si bien hay que buscarlas, están destinadas a pasar. Lo importante es no sentarse de brazos cruzados a esperar que ocurran.
Tuvo la suerte de ser compañero de Diego Maradona y de Lionel Messi. ¿Le hubiese gustado compartir equipo con algún otro jugador?
Con Ronaldo. Lo enfrenté en la Copa América y en un Villarreal-Real Madrid. Tengo una camiseta suya, lo admiro mucho por su calidad y todo lo que representa. Me hubiera gustado jugar adelante con él
Usó pelo largo, corto platinado, con flequillo teñido. A la distancia, ¿cuál le ha quedado mejor?
El de flequillo, más allá del furor que generó, mucho no me ayudaba. El platinado más o menos… creo que hoy por hoy con los claritos lo he acomodado bastante bien (risas). Al menos puedo llevarlo así unos años más. El platinado y el flequillo hubieran sido imposibles.
A su llegada a Boca, en 1997, le costó encontrarse con el gol. Si tuviera la chance de hablar hoy con aquel Martín Palermo, ¿qué le diría?
Que siga trabajando y esforzándose, que no se desespere. Un club como Boca puede llevar a volverte loco, pero si caes en la trampa te quedas en el camino. Le ha pasado a muchos jugadores con buen potencial que, con esta camiseta, no pudieron demostrar lo que valían.
En su despedida de la Bombonera le regalaron uno de los arcos. ¿Ya sabe que va a hacer con él?
Pensé en donárselo al museo del club, ¡pero es demasiado grande! Ya con el monumento que van a poner sería demasiado. Si es por comodidad, trataré de ponerlo en un complejo que tengo en La Plata. ¡Quizás hacemos un centro turístico con el arco de Palermo! (ríe)
¿Le sorprendió el regalo?
Totalmente, no tenía idea. Veía las grúas y no entendía qué hacían ahí, si me iban a levantar a mí o qué... No me lo esperaba. Pero me gusta la idea: el arco y la pelota fueron parte de mi vida.
Ya ha confirmado que lanzará su carrera como entrenador, ¿dirigiría algún otro equipo que no sea Boca Juniors?
Sí, claro. Menos a River y a Gimnasia, por una cuestión de respeto por mis principios y a la identificación que tengo con Boca y Estudiantes. Pero después, estoy abierto a dirigir otros equipos. Vamos a ver qué nos depara el futuro.
Por último, ¿qué mensaje le dejaría al fútbol en esta despedida?
Agradecimiento, por todo lo que me ha dado. Los jugadores siempre decimos que habría que tener una pelota de fútbol en nuestra mesita de luz para agradecerle siempre, cuando nos acostamos y cuando nos levantamos. Y creo que es así: uno vivió 15 o 20 años de la pelota. Le debo mucho y le estaré agradecido por siempre.